¿Por qué hay cocodrilos en algunas iglesias?


Muchos de los turistas que visitan el Patio de los Naranjos, en la catedral de Sevilla, no pueden evitar un gesto de sorpresa cuando levantan la vista en la llamada ‘Puerta del Lagarto’. Allí, como anuncia su nombre, cuelga un gran cocodrilo, acompañado de un colmillo de elefante.

El cocodrilo de la catedral de Sevilla | Crédito: Panoramio – Gomiya32 (Creative Commons)

Por Javier García Blanco

El enorme reptil que puede verse hoy es una réplica de madera, pero originalmente hubo un ejemplar disecado. Se trata sin duda de una pieza insólita, más propia de un museo que de un templo y, sin embargo, el caso sevillano no es el único, ni mucho menos.

Hoy se conservan pocos, pero durante la Edad Media y el Renacimiento, numerosas iglesias de toda Europa contaban con algún ejemplar exótico, ya fuera un cocodrilo disecado, huesos de ballena, o incluso muelas de hipopótamo. La pregunta es, ¿qué hacían en un templo cristiano?

En el caso del cocodrilo sevillano, la respuesta la encontramos en las crónicas del rey Alfonso X el Sabio, en las que se explica que el singular animal —además de una jirafa, una cebra y otras ‘bestias’— fue un regalo hecho al monarca castellano por el sultán de Egipto en el año 1260. Tras su muerte el reptil fue colgado en la catedral, pero con el paso de los siglos se deterioró hasta desaparecer, así que se fabricó la réplica de madera que puede verse hoy.

Un origen similar tiene el caimán que se conserva en la iglesia del Corpus Christi de Valencia. El atemorizante animal fue un regalo del virrey del Perú al arzobispo de Valencia, Juan de Ribera, quien lo colocó en una pared del templo el 7 de junio de 1606.

Caimán en el techo de un ‘gabinete de maravillas’ renacentista | Crédito: Smithsonian Institution.

A pesar de estos casos, la explicación más repetida para dar respuesta a la presencia de estas ‘bestias’ en las iglesias hace referencia a su uso como ex-votos, es decir, como ofrendas en agradecimiento por una ayuda concedida. En el caso de caimanes, encontramos dos variantes en este sentido. La primera «versión» refiere una salvación milagrosa de algún devoto que, estando en tierras lejanas, escapa sin daño al ataque de uno de estos reptiles. La segunda nos habla de la muerte de la bestia por intercesión celestial, en este caso cerca de la iglesia en la que se exhibe.

Caimán de la iglesia de Viso del Marqués | Crédito: Ramón Peco / Flickr (Creative Commons)

En otras ocasiones, parece que los restos de estos animales —monstruosos a ojos de las gentes de siglos pasados— jugaron un papel de protección frente al demonio y al mal en general, sirviendo de símbolo del Satanás encadenado. Así, en un tratado del siglo XVII, el ‘Emblemata’ de Paolo Maccio, encontramos un emblema en el que se representa a uno de estos animales en el interior de una iglesia, acompañado por la siguiente frase: «El malvado asusta al malvado. Un cocodrilo se cuelga en las iglesias para atemorizar y ahuyentar a otros monstruos feroces».

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Publicado por Maggie para Cjaronu

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